Amor, música y el abismo existencial en «On a String»
Olvídense de las típicas comedias románticas con finales felices. «On a String», el debut de Isabel Hagen en la dirección, nos sumerge en el competitivo y despiadado mundo de la música clásica neoyorquina, donde el amor parece un lujo que pocos pueden permitirse.
Imaginen una escena: un hombre arrodillado, listo para pedir matrimonio en un parque con Chopin de fondo… ¡y la mujer lo rechaza! Así comienza esta película que subvertirá sus expectativas a cada paso. El foco se desplaza hacia Isabel (interpretada por Hagen), una violinista talentosa pero atormentada que lucha por encontrar su lugar en el mundo.
Isabel, graduada de Julliard y todavía viviendo con sus padres, toca en un cuarteto de cuerdas para bodas, funerales y cualquier evento que le pague algo. La sombra de su hermano Owen, un pianista prodigio, se cierne sobre ella, intensificando sus dudas sobre su propio talento.
Entre citas desastrosas con pretendientes narcisistas como Dave (John Kroner), sesiones de grabación caóticas dirigidas por un director megalómano (Eric Bogosian) y la presión familiar, Isabel intenta encontrar un equilibrio entre sus aspiraciones artísticas y la dura realidad de la vida en Nueva York.
Hagen, además de dirigir y protagonizar, demuestra una maestría innata para retratar el mundo del arte con honestidad y humor. Las escenas de ensayo con músicos alternativos como «Vybe» (Charlotte Ray Rosenberg) son hilarantes sin caer en la burla gratuita. La película no juzga ni idealiza a sus personajes, sino que los presenta en toda su complejidad, con sus virtudes y defectos.
La banda sonora es otro punto fuerte: una mezcla ecléctica de Mozart y Schumann con música pop melancólica y una canción folclórica terriblemente mala (pero sorprendentemente encantadora) interpretada por Isabel al final.
«On a String», que se estrenó en el Festival Tribeca 2025, es una comedia inteligente y conmovedora que explora temas universales como la búsqueda de la felicidad, la presión social y el poder del arte para conectar a las personas. Hagen, con su talento natural tanto delante como detrás de la cámara, es una promesa del cine independiente que hay que seguir de cerca.
